La convivencia entre el humano y el lince ibérico es cada vez más frecuente en la actualidad.
El lince estuvo al límite de la extinción a comienzos del siglo XXI, quedando apenas un centenar de ellos en Sierra Morena y Doñana. Gracias al esfuerzo de conservación que se ha llevado a cabo durante los últimos veinte años, éste felino ha multiplicado su población, llegando a los casi 900 ejemplares en 2020.
Sin embargo, el lince ibérico no sólo se ha multiplicado, sino que también ha vuelto a colonizar territorios de los que había desaparecido, dejándose ver cada vez más frecuentemente cerca de pueblos, cruzando carreteras, y como no, buscando su alimento principal, el conejo, en zonas destinadas a la agricultura.
El lince amplía territorio y la abundancia de conejo que existe en muchos de los olivares de Jaén permite su presencia habitual, dejando sus señales en lugares vistosos para marcar territorio frente a otros individuos de su misma especie.
En estas fotos, se puede ver una impresionante letrina de lince a apenas un kilómetro escaso del pueblo más cercano. ¡Todo un lujo!
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